4 MOVIMIENTOS Y NUEVOS SENTIDOS PARA VER UNA OBRA QUE HUELE A MILANESA

Mientras Viena, Italia y Alemania  se siguen disputando la invención de la milanesa, localmente no dudamos de su  sello argento y, justamente, expresamos: “yo tengo la verdad de la milanesa” cuando nos referimos  a algo que creemos incuestionable.  En este sentido, 4 MOVIMIENTOS PARA UNA SINFONIA   huele a milanesa y a  libertad  de principio a fin de una obra que , entre muchas verdades ineludibles, resulta distinta, arriesgada y promotora de estimular a su público a poner en juego nuevos sentidos para estar a la altura de la propuesta.

En uno de los sectores  del Club Cultural Matienzo, antes de dar sala, ya se siente el olor a milanesa  que proviene  de un horno eléctrico  que se encuentra en el centro de una gran mesada de cocina ubicada en  paralelo al camino que deben hacer los espectadores para sentarse en las gradas, bajo la casi única luz  de aquel hornito y de una proyección audiovisual que acompaña toda la obra o lo que es lo mismo, los 4 MOVIMIENTOS análogos a los sinfónicos ( introducción,  desarrollo, rompimiento y final)   que , a su vez, se presentan combinando danza, música en vivo , artes visuales y otros elementos materiales.

 

 

 

 

 

 

Dirigen e interpretan su propia creación, Agustina Sario  y Matthew Perpoint , dueños   también , de cuerpos esculpidos por acción de varios cinceles, y entre ellos, los extremos de la naturaleza y el trabajo físico que imperan  en la figura y el movimiento  de estos eximios bailarines que vienen girando por  escenarios locales e internacionales sin perder el foco.  

Al inicio de 4MPUS  está AS, desde esa cocina, trasmitiendo su ser  de entrecasa que se percibe, sin equívocos, como  cotidiano. La acción central   es la de preparar milanesas siguiendo la receta materna y otros tantos tips que se escuchan en un audio lleno de  respuestas a la pregunta imaginada de cómo hacer las mismas, que AS formula a  su círculo  más íntimo. El audio  crece y se repite, los consejos  se practican sobre los ingredientes reales que están en escena  (carne, huevos, perejil, pan rallado, harina,…). Componentes  que se fusionan entre ellos y, a la vez,  se mezclan, optimizando el tiempo (como en la vida misma) entre el  tiempo de cocción, con otras acciones como  coser un vestido o pintarse las uñas.

El soporte audiovisual (de Joaquín Wall), que en sí mismo es una pieza completa a descifrar, proyecta imágenes en espejo  de lo que allí está pasando. El efecto especular  asegura  que lo que vemos en vivo, de algún modo ya pasó y con esto confirma, también,  que lo performatico  lleva el germen de lo cotidiano; que lo grabado se aproxima a lo  vivido y/o  lo por vivir, en una secuencia repetitiva  y a la vez, siempre renovada y abierta al riesgo y a la mutación del aquí y ahora.

Como un cuerpo que se alimenta por la boca y luego, con la literalidad de llevar el alimento a otras partes del organismo, AS lleva los ingredientes de la mesada a la carne y de allí a su cuerpo (carne). Y al igual que en la receta, el  huevo  será base para adherir el resto de los elementos a su piel.  La harina se fusionará con sus fluidos corporales y el esmalte connotará sangre o salsa, según la imaginación. La luz ayudará a vestir con ellos la figura  semidesnuda de AS  hasta que el ropaje farináceo irá cayendo al suelo y alfombrando la danza, como  herramienta que soporta la mutación, junto a la música (interpretada por Demían Rochwerger) que impone el ritmo.

Las milanesas sacadas del horno se convidan al  público con un tinto que,  sin perder el tono intimista y como buen anfitrión, sirve MP cuando entra en el segundo movimiento. MP va a cantar y bailar emanando  sonidos que producen resonancias infinitas y movimientos que aseguran  liberación , como un  combo que permite ir descifrando  los mensajes  de la  milanesa, que se va “desnalgando” en la obra.

El tercer movimiento reúne ambas individualidades (la de AS y MP), que ya ensayaban encuentros corporales y dialógicos,  en una danza que muda de lo cotidiano y amoroso  a lo erótico y apasionado,  sin perder la sensualidad  y la ternura heredada de los actos anteriores.

El final invita a un baile  lento  y colectivo, que abre la pista para redelinearnos  y redefinir nuestros vínculos y expresiones afectivas en la proximidad con el otro. Ültimo acto para danzar y pensar  las propias mutaciones  como cambios  que van  de  lo rutinario a lo distinto, de lo definido a lo deseado,  de lo querido a lo creado.

4MPUS es introducción, desarrollo, rompimiento y fin, pero también es alimento, fuerza, acción y entrega; es sinceridad corporal, ausencia de violencia, encuentro armónico  y propuesta gregaria;  es cotidianeidad loopeada,  pregunta en prosa, amor poético y entrega universal.

4MPUS es una experiencia artística que solo es , si se acepta la invitación a vivenciarla y ser parte.

 

http://www.alternativateatral.com/obra61242-4-movimientos-para-una-sinfonia

 

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