En una de las avenidas más emblemáticas de Buenos Aires como es calle Corrientes, donde no se discute el emplazamiento urbano y la inagotable oferta artística, el teatro celebra una nueva convención y convierte una sala del Centro Cultural de la Cooperación en la única chacra que aún resiste Mientras se vuelan los campos, tanto poética como literalmente.
Es que con ese título, tan alegórico como real, Raquel Albéniz planta una semilla dramática que curiosamente crece a la perfección y sin perder el carácter bucólico en la aridez de los campos que denuncia. Y en esa delación, también quedan expresadas como precuela del desastre rural y sin necesidad de ser nombradas, todas las maniobras humanas contra la humanidad, maniobras no naturales contra la naturaleza, campos profanados y luchas desiguales de sus habitantes que resisten los soplos del exilio,…Irrefrenable contaminación ambiental, cruel deforestación, voraz explotación agraria, mezquino monocultivo , uso indiscriminado de plaguicidas y herbicidas ,… todo queda sintetizado en un viento que arrasa, que convierte en ceniza el suelo ya infértil que toca la piel y escama, que obliga al destierro y que, en Mientras se vuelan…reúne a cuatro personajes en el centro de ese desierto en el que se ha convertido su lugar en el mundo, su pueblo eclipsado.
Silvio (Claudio Pazos) y Elena (Coni Marino) son un matrimonio obligado a emprender la retirada del campo que albergó sus sueños de hogar y granja productiva. Proyectos que al presente se vuelan como y con la tierra convertida en polvo que se pega al cuerpo al igual que los deseos derrotados. Elena frota, con paciencia y un trapo húmedo, cada parte del torso de su esposo para quitarle esos restos de polvo que ensucian y lastiman. Y en medio de la desgastante y amorosa tarea de higienizarse, en la que se encuentra la pareja, irrumpe un vecino, don Aira (David Masajnik) también abrumado y tiznado por la tormenta de tierra, pero sin soltar una gallina a la que aspira a hacer concursar y cubre de trapos para protegerla de la polvareda. Aira pretende para su ave, alimento y otros menesteres, que enseguida muestran que los cuidados que le dispensa a esa gallina superan y relegan los propios o los que puede anhelar para sus pares. Aira no tendrá reparo en llegarse, una y otra vez a casa de sus vecinos, empecinado con conseguir: desde granos frescos para alimentar a su gallina, hasta tiempo de entretenimiento para fortalecer su estado de ánimo y recreación, pasando por evitar ponerla en el suelo por temor a que se llene de pulgas y piojos, o tener la ocurrencia de construir su corral en el corazón del rancho de Silvio y Elena.
Sin titubear Aira irá incrementando las demandas para su gallina. Exigencias que Elena intentará satisfacer sin vacilar , a la vez que crecerá en ella a la par las progresivas solicitudes, la ilusión de que el viento puede virar y volver a soplar a su favor para no tener que emigrar. En Silvio también prosperará un sentimiento creciente , aunque ciertamente opuesto al de su esposa, un sentir que agudiza su deseo de partir, que fortalece sus rasgos machistas, que aviva su tosquedad y avaricia , que lo enfrenta con Aira como en una prohibida riña de gallos.
Pero finalmente, y a pesar de todo, la gallina de Aira (y ya de Silvio y Elena también) se pone clueca y Elena no demora en escoltar y copiar el fecundo acto, dando inicio al porvenir de un nuevo comienzo.
Mientras se vuelan …. siembra y cosecha esperanzas, angustias y risas con un texto cargado de soberbia sencillez que lo dice todo poéticamente y con alto conocimiento sensible, sin ahorrar verdades ni notables momentos de absurdo y humor, guiados por una dirección que, Albéniz comparte con Paula Etchebehere , conformando una amalgama sin fisuras que se transpola al escenario . Y allí, en escena, el argumento toma cuerpo y voz en estos tres notables artistas que alcanzan un desempeño inmejorable, vestidos con precisión, alojados en una escenografía también exacta e inteligente , iluminados por luces que acompañan con lealtad sus acciones y los tonos que se propone la pieza teatral . envueltos en el sonido del retumbe de las palabras, del cacareo de la gallina o del viento que parece que ,por soplar tan cerca de la humanidad , por intentar arrasarla , sale de los pulmones de los mismos artistas como una suerte de devolución, de purificación eólica a lo largo de la obra.
Mientras se vuelan … es una propuesta teatral que permite decir : “Encontré una aguja en un pajar con el que se ha tejido una obra entrañable e inolvidable como la gallina que allí dentro aletea”
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