HABRÍAN HALLADO PARTE DE LAS OBRAS COMPLETAS DE FREUD ESCRITAS SOBRE PENTAGRAMAS

“Quiero anticipar que no soy un conocedor de arte, sino un profano”, decía Freud al comienzo de su ensayo sobre El Moisés de Miguel Ángel  (1914) pidiendo  – por ello  – una apreciación benevolente sobre  su ponencia.  Y agregaría: “Las obras de arte () ejercen sobre mí poderoso influjo, en particular las creaciones poéticas y escultóricas, más raramente las pinturas. Ello me ha movido a permanecer ante ellas durante horas () y siempre quise aprehender a mi manera, o sea, reduciendo a conceptos, aquello a través de lo cual obraban sobre mí de ese modo. Cuando no puedo hacer esto -como me ocurre con la música, por ejemplo- soy casi incapaz de obtener goce alguno.

Después de leer esto,  hay que animarse  – como lo hace  Fernando Albinarrate  – a  llevar el  Jazz al Diván   en una obra que escribe y dirige musicalmente.  Y aparte ,  redobla la apuesta –  desde un principio  – proponiendo una asociación «libre» e  inédita entre el Jazz y el Psicoanálisis,  que lejos de requerir una mirada piadosa (como pedía Freud) vuelve a demostrar que Albinarrate, es un experto  en lo suyo. El desafío no lo encuentra a solas,  Gonzalo Castagnino lo acompaña en la dirección general y así ambos, se ensamblan y  ensamblan  – a su vez – la orquesta instrumental  y  la actoral. Esta última,  reúne  sobre el escenario a tres analistas que no son ni el propio Freud, ni Adler ni Lacan, pero bien los representan.

Maggie (Lucila Gandolfo), Esteban (Federico LLambí) y Sol (Lula Rosenthal) son psicoanalistas y amigos, que preparan una ponencia sobre la relación entre las improvisaciones en el Jazz y las interpretaciones del analista. Mientras elaboran el ensayo, acontece la obra – ciertamente ensayada  – de estos tres actores que se desdoblan en diversos  personajes (pacientes, supervisores, familiares) y  al mismo tiempo , se integran con solvencia en  el canto, el baile y la actuación. Es así que no hay  actos fallidos en términos actorales, en este trío potente y logradamente dirigido.

Entre canciones, microsesiones y cafés,  progresa el musical. Canciones que anuncian o afianzan como cierre,  los conceptos que se juegan en  los recreados consultorios. Encuentros terapéuticos, que aparte de reflejar esas nociones,  se enredan y contrastan o reflejan  – en transferencia  – con las historias personales de cada analista. Terapeutas que se reúnen en el Café de la Facultad – entre clase y clase- para elaborar su  anhelado ensayo  y al mismo tiempo , para acompañarse en lo profesional y personal.

Maggie es una experimentada terapeuta – que entre sus muchos pacientes  -atiende a Chano (F.Llambí), un joven que la enfrenta, entre otras ,  con la dificultad  de poder retenerlo en terapia -justo-  cuando estaba por entrar en análisis. Ese abandono le recuerda (a Maggie) otro separación personal y la impulsa a revertirla. A su vez,  Lali  (Lula Rosenthal) que es la mujer de confianza que la ayuda en las tareas del hogar  y  no necesita  guardar secreto profesional, lleva y trae información , que refuerzan la decisión  – de Maggie  – de resolver sus temas personales pendientes.  Es así, que un paciente no tan paciente y una mujer desprovista de conocimientos en  psicoanálisis, habrían generado un efecto terapéutico que  – curiosamente –  la más eximia analista (Maggie) no habría podido conseguir sola.

Por otro lado está Esteban, que  lleva varios años como terapeuta y docente. Su  trabajo lo aleja de su familia y le genera conflictos con su mujer.  Un día recibe a un nuevo paciente,  Samuel, que  – justamente – se acaba de divorciar y tiene dificultades para traer su propio discurso a análisis al punto tal , que todo lo que expresa lo hace a  través de lo que la madre ( L. Gandolfo) y/o la ex – esposa ( L. Rosenthal ) dicen de él y cuando se lo insta a hablar por sí mismo, enmudece . Ambos (paciente y analista) están de algún modo al límite de sus formas, pero la decisión de uno de ellos de alejarse drásticamente de aquello que  lo  angustia,  habría  motorizado al otro,  a un cambio de vida postergado.

El trío lo completa Sol, que acaba de recibirse y está a punto de atender a Martín (F. Llambí) , su primer paciente. Los nervios y la inseguridad de novata la llevan a supervisar las sesiones con Nicole (L.Gandolfo) quien a través de una lograda  convención  – escénica y narrativa – está  ( excesivamente )  omnipresente .   En las microsesiones entre Sol y Martín   – de distintos modos – ambos debutan y crecen. Así, las canciones de cuna que Martin recuerda en su primer encuentro terapéutico , evolucionan y se  entretejen con la madurez profesional que emprende Sol. Búsqueda de crecimiento que  la hace enfrentarse con su parte niña  – también – reflejada en el espejo en un estadio que hace advenir la  consolidación yoica del sujeto, parafraseando ahora a Jacqués Lacan.

 

Y al final llega la ponencia de Jazz al Diván , que ubica  al  Jazz en el Diván y al Diván entre los instrumentos musicales, que establece una línea análoga  – y  a la vez abierta y a descifrar –  entre las improvisaciones en el género musical y las intervenciones e interpretaciones en análisis, que las presenta como  herramientas que ayudan a enfrentarse  ( a cada uno)  con los propios sonidos. Repercusiones acústicas  a ejecutar como notas musicales y/o  palabras, pausas o silencios, preguntas o respuestas y/o  angustias o alegrías. Pero por sobre todo,  Jazz alse animan a poner al  psicólogo en un lugar tan humano como a los seres humanos que van a terapia y a la improvisación musical y al método psicoanalítico, alejados de la ortodoxia y alentando – de ese modo –  los estilos personales.

Considerables pensadores se preguntaron qué pasaría con el arte después de las guerras, esta obra nos recuerda que en medio de ellas y hasta nuestros días, nacieron y  sobreviven el Jazz, el Psicoanálisis pero – tristemente  –  también las guerras. Jazz al  promueve lo que la guerra remueve, promueve  – como lo hacen el psicoanálisis y la improvisación musical   – el juego como espacio de privilegio para la elaboración de lo traumático.

No es  Viena ni Barrio Norte, pero hay Psicoanálisis. Tampoco es New Orleans, sino el  Abasto y aun así, no suena tango sino jazz. Es Jazz al Diván, proponiendo una perspectiva renovada  (desde varios puntos de vista)  y es presumible  – por ello – pensar que Freud estaría tentado de ver un ensayo musical sobre su obra como experiencia lúdica que quizás, lo invitaría  a realizar posibles  enmiendas  en las citas sobre música hechas en  “El Moisés de…”. Mientras tanto,  no se pierdan esta sesión teatral.

 

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One Comment

  1. Mil graciaa Carol! Me has emocionado y he entendido muchas cosas que todavia no sabia de estos personajes que me vinieron a visitar! mil mil graciaa!

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